Unas ganas incontrolables,
un deseo perturbador.
O simplemente dos cuerpos que saben expresar pasión.
¿Cómo lo vamos a llamar?
A lo que empezó inocentemente.
Y cada día es más perverso y provocador.
¿Cómo lo vamos a llamar?
A unos halagos que expresan ansiedad y excitación.
O una indecorosa e indecente invitación.
No sé cómo lo vamos a llamar,
sin atar o anclar al corazón.
Sin que el compromiso sea protagonista
Y que solo el deseo sea inquisidor.
Colocarle un nombre sería faltar a nuestro acuerdo.
Que desde el principio nos quedó como anillo al dedo.
Sin hacernos vulnerables.
Sin crear encrucijadas que nos hagan responsables.
Sin lamentos ni resabios,
prometimos reinaría un placer proporcionado.
Una dicha desmedida con orgasmos saturados,
de emociones de cansancio.
Y sobre todas las cosas sin olvidar lo acordado.
Febrero 2014. — Porlamar, Isla de Margarita,
Venezuela.