Que el amor me toca las piernas como un solo de guitarra
de una canción de Pink Floyd.
Donde sus pecas dibujan en la poca luz de la madrugada
el mejor mapa que he querido besar.
Que me sumerge en anécdotas diarias que me sacan carcajadas
que indican que tengo el corazón contento.
Que el amor hace milagros con mis besos,
pues me deja desnuda en suspiros y uno que otro sueño.
¿Qué habré hecho tan bien?
Que mirarle a los ojos me hace descubrir la magia
que envuelve la mejor decisión de mi vida.
Que sus lunares en forma de media luna
me regalan el mejor cielo para volarlo.
Que incluso sus ronquidos que en principio me desvelaban
ahora son un requisito para dormirme.
Que sus hombros visto desde abajo
son el perfecto acople, cuando él está encima.
¿Qué habré hecho tan bien?
Que sus nombres combinan con mi boca
y mis pliegues con sus rodillas.
Que verlo dormir es tan sabroso
como dormir a su lado.
Que en su cabello se me va la vida
y en sus ojos encuentro la paz que mi corazón requería.
¿Qué habré hecho tan bien?
Que es mi octubre sin feriados y mi otoño anhelado
lo que ahora me adorna la vida.
Que son horas de fútbol mientras me explica
el maravilloso mundo de su liga.
Que es un amor de música y madrugadas
de confesiones hermosísimas.
No sé qué habré hecho tan bien..
Pero despertar a su lado
es el mejor regalo de mis amaneceres.
Que sus buenos días siempre vienen
acompañados de divinos placeres.
Que su llegada a mi vida es señal
de que Dios me sigue premiando.
Porque este frío tan ártico no superará jamás
tenerlo a él de cobija y respirando.
Inspiración otoñal sobre un amor tan hermoso como real.
Milce Jimenez Ibarra.
17 de diciembre 2018
Málaga, España.
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